
Se denomina consenso a un
acuerdo entre dos o más personas en torno a un tema. La expresión de la falta de consenso es el disenso.
Una
decisión por consenso, no obstante, no implica un
consentimiento activo de cada uno, sino más bien una aceptación en el sentido de no-negación. En este tipo de modalidades de decisión encontró su fundamento la
democracia griega.
También hay interpretaciones del vocablo que se refieren al consenso como formador de las sociedades (en oposición a los conflictualistas, quienes encuentran en
Hobbes la explicación más general de sus interpretaciones sobre la existencia de la sociedad), hablando de una naturaleza humana tendiente en mayor o menor medida a la igualdad de conjuntos de creencias, con distintos argumentos y elementos teóricos en cada caso.
Algunos autores relevantes relacionados con una perspectiva consensual de la sociedad son
Émile Durkheim y
Talcott Parsons.
Durante la
Transición Española, la expresión consenso (que llegó a convertirse en un
lugar común o
lema de la transición) se aplicó insistentemente a la consecución del
consenso constitucional o pactos que permitieron la redacción de la
Constitución de 1978 por acuerdo de una gran
mayoría de las fuerzas políticas.
DISENSO: La democracia moderna, pluralista y competitiva, se basa en la garantía del disenso, que implica el respeto a una cultura política heterogénea, y la posibilidad de disentir con los que ejercen el poder sin quedar por ello fuera del sistema sino, por el contrario, siendo reconocido como parte necesaria del mismo.
? La legitimidad es la propiedad del poder político de ser aceptado como el más conveniente para la síntesis política, en base a lo cual obtiene apoyo político. Legitimidad implica consenso, y consenso implica homogeneidad cultural. La pregunta implica si esa legitimidad, ese consenso y esa homogeneidad cultural deben abarcar todo el campo político, incluyendo las instituciones instrumentales y las decisiones, acciones y opciones de los gobernantes.

La tesis es que el disenso, sobre todo desde las sociedades dependientes como la nuestra, es lo que permite crear teoría crítica, tanto en ciencias sociales como en filosofía. Y hoy, la mediocridad de ambas disciplinas radica en esta incapacidad de pensar críticamente. O lo que es lo mismo, explica la vigencia de un pensamiento único que tiene su proyección política en lo políticamente correcto, sea a través del progresismo socialdemócrata, sea en el neoliberalismo conservador. Son estos, los dos brazos de la tenaza político-ideológica que aprisiona al mundo que comienza en el siglo XXI